Saturday, January 1, 2011

La última vez

Siempre me había impresionado de lo calmado que soy para los exámenes. Más bien, de lo nervioso que se ponían mis compañeros. La presión, la inseguridad, el correr de un lado a otro, no saber que hacer, la espera, la angustia. Nada de eso invadía mi estado de tranquilidad. Mucho menos si estaba preparado para la prueba, que sucedía de cuando en vez.

Pero ese día las manos me temblaban al manejar.

Había salido de mi casa sin saber exactamente qué iba a pasar, qué le iba a decir. Mi mente, como mis expectativas, en blanco. Seis meses sumaba la cuenta, seis meses desde Moscú que no nos hablábamos. Ella me había escrito un par de correos, yo le había escrito un par de bofetadas. Para ella y para mi. No había sido fácil.

Toqué el timbre, luego de estacionar a lo lejos y caminar hasta la puerta de su casa -con ganas de regresarme corriendo- hecho un manojo de nervios. Ahí estaba, parado, en el mismo lugar donde tantas otras veces estuve 3 años atrás. Donde le había llevado sorpresas, canciones, salidas y emociones. Tanto tiempo ha pasado, tan poca fortuna hemos tenido.

Abrió la puerta lentamente. Por un momento se paralizó, con cara de haber visto un fantasma, caminó hasta donde estaba. Sin pensarlo, sin anunciarlo, nos dimos un abrazo. El abrazo más fuerte y sincero que alguna vez nos dimos y que hablaba por si mismo. Ya lo que había pasado quedaba atrás, no importaba. El ahora era más fuerte, el momento en el que nos veíamos. El solitario momento en estos años de distancia.

Habrán pasado horas, días enteros, sin pronunciar palabra alguna en ese abrazo. La eternidad parecía atractiva si sucedía de esa manera. "No puedo creer que viniste" -dijo finalmente mientras le acariciaba su pelo. "Jamás lo hubiese imaginado" - y nos separamos lo suficiente para vernos a los ojos. Aguados, ambos pares, mirando fijamente al reflejo azul presente justo en el glóbulo opuesto. La mirada, la sonrisa involuntaria, la caricia de las manos. Hablar no depende de las palabras.

"Gracias"
-¿Por qué?
"Por hacerme sentir menos culpable, por hacerme sufrir todos estos meses. Ahora estamos a mano, o mucho más cerca de estarlo".

Mi mano escapó hasta su rostro, pasando por la mejilla, deteniéndose en su cuello. Sus labios ya estaban en los míos desde hace años, pero ahora volvieron a unirse en un calzado perfecto. Suave primero, intensamente después, nos besamos para siempre.

En nuestros recuerdos quedará ese último encuentro. Luego, ella volvió a su ciudad. Luego, yo volví a la mía. Y luego, estaremos separados nuevamente hasta quién sabe cuánto y quién sabe por qué. Comienza un nuevo año y continúa esta historia, que no tiene fin, ni principio, ni siquiera desarrollo. Sólo protagonistas.