Wednesday, June 29, 2011

En el país del Nunca Jamás

-"¿Es en serioooooooo?" exclamó con mucho entusiasmo.
-"Pero por supuesto, ya lo tengo listo. Te paso buscando tipo 9?" respondí yo, con aires de tranquilidad y un poco de soberbia.
-"Síiiiiiii" - respondió, nuevamente emocionada.

Y colgamos el teléfono. Recién acababa de afirmar que tenía preparado un disfraz de Peter Pan para hacer juego con su disfraz de Campanita (el cual ella tenía desde hace días re-listo) e ir a una mega fiesta de disfraces.

Sí, me metí en un lío.

Eran pasadas las 5 de la tarde y, en Caracas, la mayoría de los negocios cierran a las 6 pm. Con la velocidad que la adrenalina, y la energía que ella me inyecta para hacer cosas fuera de lo común, busqué en toda mi casa algún tipo de prenda que pudiese hacer pasar las veces del niño que nunca quiso crecer. Misión fallida. Conseguí unos zapatos puntiagudos (es decir, un poquito más triangulares que cualquier otro, nada más) y una espada de juguete. Shit. A comprar algo, ajuro.

Pantalones color marrón, llaves de casa y acelerador a toda máquina salí en camino de un disfraz de Peter Pan. No sabía a dónde ir, la decisión tenía que tomarse en cuestión de segundos ya que, por la hora, sólo disponía de una oportunidad. Si no acertaba lo que iba a hacer, adiós Campanita. Así que llamé a mi mejor amiga que, a pesar de todas las bromas que le gasto por ello, es fanática de Disney como si todavía tuviese 9 años. "Telas"- me dijo al instante - "necesitas telas". Así que, telas it is. Llegué a un centro comercial recomendado por mi amiga, el cual poseía un par de tiendas textiles que me podrían ayudar, con toda la velocidad que mi vehículo podía permitir.

Habrán sido las 5:59 pm al entrar y correr por todas las tiendas. Descubrí casi al instante uno de esos lugares, así como descubrí también un gran letrero de "CERRADO". El coño de la suya. Seguí corriendo, tenía que haber otra tienda. TENÍA QUE. El reloj marcaba las 6:08 pm y ya mis esperanzas se desvanecían, al momento que vislumbro una tienda que pudiese o no ser de telas. Al acercarme, para sorpresa mía, me reciben con un gran "¡hoooola!" - mi frente arrugada y el ceño fruncido - "tiempo sin verte". La hermana de un gran amigo mío, a punto de salir de una tienda de: TELAS. La saludo con muy poco entusiasmo comparado al gigantesco deseo que tenía de entrar a la tienda. Con un drible en la conversación, logré entrar en la tienda y convencer al dueño de que por favor, POR FAVOR, me deje comprar antes de que cierre plenamente. Compasivo, me permitió -y me ayudó muchísimo en la elección- a comprar un par de telas verdes. Muchas gracias, de verdad. Hasta luego.

Bien, conseguí las telas. El reloj ya no marcaba la hora sino un rotundo -120 min. Ése era el tiempo que tenía para armar un disfraz desde cero. Corrí nuevamente hasta la casa de mi amiga fanática de Disney y comenzamos a trabajar. Desde el diseño hasta la construcción. Cortando y cortando, el reloj disminuyendo cada vez más, probando y desprobando. No era tarea fácil. Alrededor de las -45 min, di unas vueltas por su casa y conseguí una correa perfecta para la ocasión. Bien. Seguimos. Este corte se une con este otro. Las mangas. Coño. Se caen. Engrapa. El gorro. Coño, otra vez las mangas. Más grapa. Y teipe. Y pega. Ok. A ver...

Sí. Estaba listo. La hora marcaban ya las +50 min, la del polvo mágico (esto no se debe malinterpretar, mucho cuidado) esperaba tranquilita en su casa por mí. Me vestí, zapatos, correa, espada, mangas, gorrito. Estaba listo. Era Peter Pan. Y Campanita, voy por tí.

De más está decir que la noche fue mágica.